martes, 2 de junio de 2009

Rotativos de Antaño

Hoy se alzan algunos cines del centro de nuestra ciudad donde sucumbieron los grandes teatros de antaño, teatros como el Victoria, Velarde, Brasilia, Metro, entre otros conocidos, pero en mi retina aún recuerdo los teatros de nuestro querido barrio el teatro Iris y el Odeón, donde pude ir cientos de veces, así también como ustedes que leen este blog, el teatro de antaño tenía esa nostalgia ese recuerdo que nunca olvidaremos, las idas los domingos después de almuerzo, rápido les pedíamos a nuestros padres unas monedas para alcanzar la primera función, donde se juntaban nuestras amistades, ……….al llegar al teatro todo era el estar primero en la boletería para sacar el mejor sitio o butaca, rápidamente alcanzábamos a comprar unos confites o dulces preferidos para la matinée, empezaba la función entre gritos y conversaciones que iban disminuyendo de apoco, cuando se apagaban las luces, lo primero las noticias por esos dias y después las series de moda por esos años, ……..muchos de los que iban, tras ya empezar la película se quedaban dormido entre ronquidos que se hacían presentes en la sala, y todos se reían y no pasaban desapercibidos, algunos más mayores se juntaban con sus amigas o estaban comenzando nuevos romances, ya empezada la película todo era emoción, el ver a los cowboy o al jovencito(a) que eran muy aplaudidos cuando se batían en contra de los malos, ya avanzada la película, otra escena se veía en la galería donde acudían algunos parroquianos de no tan buen vivir, pero también en ocasiones íbamos porque la entrada era más barata, además era ocasión de desordenarse sin que nadie dijese algo, solo el acomodador nos alumbraba de vez en vez con su linterna y nos tenía entre ojos, se tiraban papeles a la platea, envoltorios de dulces, chicles, se echaban algunas tallas, donde todo era algarabía y risas, la galería o también denominada la “galucha” como también era conocida. Pero abajo en la platea seguía su ritmo un poco más solemne y acomodado, algunas risas se hacían sentir cuando alguien llegaba tarde a la sala y entraba entre penumbras o chocaba o se caía de alguna butaca, y era el hazmerreír de todos, pero la función continuaba, hasta que se cortaba la película y se producía un gran alboroto en contra del que pasaba la película o también conocido como el “cojo”, y se estremecía la sala con el tronar de los pies que golpeaban el piso para que continuara la película, ………….entretelones que se vivían en esos tiempos de los que fueron alguna vez a esas memorables veladas, después con el correr del tiempo un poco más barata la entrada se podía entrar después de almuerzo ver la película unas cinco veces, hasta que nos aburríamos y salíamos casi de noche, los famosos rotativos para la familia playanchina, amigos nostálgicos, los que fueron y estarán acordándose de otras anécdotas vividas, solo recordarán sus buenos pasares por ese teatro, ahora queda solo el frontis del teatro Odeón que nos mira como mudo testigo de un pasado glorioso del cine de barrio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario