martes, 17 de mayo de 2011

La Trastienda

Durante mucho tiempo, los pasos de la anciana que caminó por las calles más usuales de su barrio, llegaba a su casa y se sentaba a descansar, vivía en una modesta habitación, rodeada de gatos, se preparaba sus mates y se sentaba frenta a una estufa que mantenía echándole palos de vez en cuando, desde ese sillón y en medio de la oscura tarde sin desenfreno imaginaba su juventud, una mocedad de una bella joven que había deslumbrado a este puerto, durante los bailoteos y presentaciones donde se había presentado, daban vueltas por su cabeza los antiguos musicales de otrora donde salía a cantar y bailar a los vítores de los parroquianos que se peleaban la mejor mesa del bar, entre gritos y la humareda avanzaba la noche, .......el puerto de fiesta de hace 50 años atrás, donde la vida nocturna envolvió a muchos entre los malolientes bares de tercera y los prostíbulos de calles oscuras, los malolientes pasajes orinados y putrefactos, eran pan de cada día, ......vino de mal traer y avinagrado, los conchos para los borrachines y medias cañas, pero la algarabía seguía, entre caballeros que la deleitaban con hermosas flores y rosas aromáticas, se hacía querer esta diva de la noche, muchos pretendientes que terminaban en la calle a puñetazos por causa del amor, la gran Fabiola se hacía querer y disfrutaba de los mejores hoteles de la época, .....tiempo ha pasado recordaba entre pequeñas risas y su avejentada cara que ya las cremas habían dejado reseca, olvidada mujer que alguna vez vió la luz y la gran noche bohemia, terminaba sus días olvidada entre esas cuatro paredes húmedas y malolientes, pero no todo sería el olvido, los recuerdos y su estrella siempre resplandecerían para su eterno amor que nunca pudo alcanzar.

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