martes, 15 de mayo de 2012

De Mar y Pensamientos



Caminar junto al mar es independientemente del tiempo o la estación del año, toda una experiencia. El caminante que aprendió a disfrutar del sol también se alegra con un rayo apenas tibio en pleno invierno. .. quizas más aún por esa diminuta presencia que nos recuerda un estado de casi extinción pero aun así presente......y tan palpable.
El mar en un día frío de invierno es capaz de convertirse practicamente en un personaje, nos muestra su fuerza, el oleaje se transmuta en esa "voz" que las olas adquieren y se traduce en más de una tormenta o un grito entrañable. Pese a esto, el mar nos hace sentir una sensación apacible. No es necesario escuchar otra cosa cuando el mar ruge en invierno. Solo el oleaje tranquilo y acompasado, hace que se adentre hasta en lo más profundo de nosotros. Una tibieza sobrecogedora que adormece y repara.....

Como un buen amigo el mar nos acompaña y en su inconfundible voz nos hace entrar en un estado especial, somos los confidentes entrañables que van juntos. El escenario perfecto para encontrar las luces y las sombras, las que conocemos y hasta las que nos sorprenden con su inusitada presencia.
A lo lejos, el mar nos entrega siempre un espectáculo que sin gesto alguno puede llevarnos por cualquier sendero del pensamiento. Todo se puede sentir en un simple caminar despreocupado orillando sus conquistas.
Quizas ese tranquilo mecer nos invita a balancear todo y continuar caminando pegados al sendero, rostro al viento, solamente avanzando al ritmo adecuado.
La vuelta al interior de nuestro espíritu nos reconforta cuando nos atrevemos a mirar y escuchar junto al mar, todo en una interlocución simple e incondicional.

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