miércoles, 6 de junio de 2012

Orgulloso Caminar





Orgulloso y con valentía cabalgaba este gran señor los verdes pastos de los campos andaluces, pero su escudero siempre al lado, fielmente afianzando su paso y llevándole las de arriba, …..Caminar y dejar huellas replicaba dicho señor, que por pequeñas que fueran algún día se acordarían de éstas, doncellas mundanas, y dulces mancebas paseaban su cabeza en las noches de vigilia.

Puede ocurrir que por estos días muchos temores se han vuelto casi imperceptibles, los que pasan raudos por las calles van como señores montados en sus rocinantes, claro que sin armaduras, y a golpe de empujones, más de alguno puede hasta brindar algunos golpes a algún parroquiano que los intimide, la falta de nobleza, escasa por estos días, nadie se mira, todos transitan por las calles raudos y gran velocidad, que torpeza pasar la vida de esta forma, donde han quedado esos valores tan fuertes que en un momento se arraigaron dentro del ser.

Acaso un molino mueve los brazos gritando al cielo blasfemias que un castellano viejo no puede tolerar? No es cierto mi señor?......Entonces a que espera? Ataque, venza a los gigantes en desigual batalla, que aquí estaré yo, observando la fuerza de su ilustre brazo, para dar cuenta de su poder a mi señora Dulcinea, dices bien escudero mío, y si muero dile que lo hice por defender, ….basta de palabras, los gigantes esperan.

Relatos y citas de afrontas de un país de las visiones, muy aderezadas y complacientes como las bellas señoras de las cantinas que se asoman a ver pasar los parroquianos en una noche de juerga, convidándoles a entrar para calmar la sed y sus deseos interiores. Cabalguen caballeros, sigan adelante con sus afrontas, los convites a los cementerios están entregados, con fecha y hora, así que paren de correr, apaciguen sus pasos.

Voy a anotar esta historia, tal vez pueda venderla a uno de esos ciegos que van por las ventas cantando romances y si mi amo es tan imbécil como parece, tal vez vendiendo sus majaderías termine por comprar una de esas ínsulas que tan absurdamente me promete. Orgullos que caminan por ahí, saquen de sus pobres corazones su arrogancia y sean dóciles como la brisa.

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