martes, 27 de abril de 2010

Ayudando a los Años

Simplemente los años de infancia quedaran en esa calles y los recuerdos también, nunca pensamos que la vida giraría tan rápido, el encuentro con los “mismos”, era habitual, a cada momento en cada esquina, en cada almacén, en cada panadería, o teatro de la época, y también en los colegios donde fuimos testigos de nuestras formaciones, pero de todas esas personas que se fueron acallando y otras dejaron de verse, surgieron las nuevas generaciones, los nuevos pequeños que deambulaban y corrían por las mismas calles embarradas y pasajes de nuestro cerro, pero me pregunto si sus padres les contarán las antiguas historias de sus vecindades, u otras aventurillas de los antiguos grupos de amigos, de la avenida playa ancha, los de la marina mercante, los del cerro Mesilla, o talvez las historias que se encuentran a cada paso que se ha ido desmenuzando por los años y la nostalgia playanchina, hijos de la inocencia de una época de bienaventuranzas, los mismos que hoy estarán por heredar esos espacios y darán fuerza otra vez a este cerro en su empeño por moverlo hacia adelante, mi memoria me lleva a rememorar a los antiguos playanchinos que ya no están de presencia pero si están de alma y se pueden sentir en cada casa donde vivían, impecables caballeros y damas de época, luciendo intachables vestimentas, días invernales con sus grandes paraguas y las mujeres con el manto negro sobre sus cabezas, en andanzas a la misa dominical, bajo la llovizna implacable que se dejaba caer, pasos apurados para llegar a la hora, nuestros ancestros y abuelos que deambulan sin parar, no sé si pensaron en los grandes cambios que se vendrían o simplemente pasaban sus tardes entre dulcerías y golosinas o tacitas de té, o más de algunas en sus juegos obligados de canasta a media semana, y los hombres con sus grandes puros encendidos en una amena charla abrigados por unas copitas de añejo jerez. Grandes épocas ha vivido nuestro cerro, pero los nuevos tiempos han vuelto y hay muchas cosas aún por hacer, en cada nuevo retoño que ya deambula por ahí, en él brillará algún día su flamante corazón y un nuevo nostálgico que llevará muy en alto el nombre de este cerro.

1 comentario:

  1. Mónica Salvatierra8 de mayo de 2010, 22:44

    Que nostalgia, la foto elegida. Ese era uno de nuestros "patios" de juego. El paseo 21 de Mayo.Soliamos subir por el cerro, desde la calle Taqueadero y llegabamos a un costado de la antigua Escuela Naval, jugabamos en el paseo 21 de Mayo. Les pediamos a los "gringos" que nos sacaran fotos en la pergola.Tambien lograbamos que nos permitieran "colarnos" en el ascensor artilleria.
    Cuando la urgencia fisiologica era impostergable usabamos los baños publicos del paseo,Los que estan al final, al lado del cerro.Alli, al lado habia una pequeña casa en que tenian un loro muy inteligente y parlanchin, que lo mantenian en el balcon. El loro les silbaba a las mujeres que subian el cerro(imitaba a los marinos que hacian eso) y cantaba canciones de Adamo (es verdad!!) Luego nos ibamos por el costado de la Escuela Naval y bajabamos a Taqueadero o mejor aun, subiamos por la empinada escala hasta un pasaje que iba a dar al comienzo de Taqueadero y a la Av. Gran Bretaña. Desde alli volviamos a nuestro barrio ubicado en la calle Villaseca. Los amigos eramos vecinos de Villaseca y pasaje Paiva. era la epoca de jugar todo el dia en el barrio. Sin tele. en la noche se escuchaban las "comedias" en la radio. Jugabamos hasta que se entraba el sol y no nos aburriamos, salvo que faltaran los amigos.Hermosa epoca.

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